Versión imprimible y PDF

Apariencia

(Sección 2.6.3.3.1)

Por regla general, las nubes noctilucentes se observan en los períodos crepusculares cuando el Sol se encuentra entre 6 grados y 16 grados por debajo del horizonte del observador, y ofrecen la mejor visibilidad cuando el Sol se sitúa a unos 10 grados por debajo del horizonte. Cuando el Sol está a menos de 6 grados por debajo del horizonte, el fondo del cielo es demasiado brillante e impide ver las nubes moderadas, y cuando el Sol se sitúa a más de 16 grados por debajo del horizonte ya no llegan los rayos del Sol al nivel en el que se forman las nubes. Es posible que las nubes noctilucentes brillantes solo puedan detectarse cuando el Sol se encuentra entre entre 2 grados y 6 grados por debajo del horizonte, pero en esos momentos resulta difícil distinguirlas de Cirrus altos.

Cuando se producen manifestaciones brillantes y bien desarrolladas de nubes noctilucentes en condiciones de cielo despejado es fácil identificarlas, incluso si el observador es inexperto. Sin embargo, pueden surgir dificultades para identificar nubes noctilucentes débiles y que carecen de definición estructural. Su identificación es aún más difícil cuando las nubes quedan ocultas por nubes troposféricas. En caso de duda, el observador debería asegurarse de que el objeto observado no se trata de una aurora, una nube troposférica iluminada por el Sol o la Luna, o una estela de condensación.

Lo que diferencia visualmente a las nubes noctilucentes de las nubes troposféricas es su visibilidad durante la noche, su evidente color azul y blanco y el hecho de que desaparezcan al amanecer, casi al comienzo del crepúsculo civil. Las manifestaciones brillantes pueden ser impresionantes y muy obvias para un observador casual. En el crepúsculo, tras el ocaso, las nubes noctilucentes presentan en un primer momento un color grisáceo o azul apagado y, a medida que transcurre el tiempo, se vuelven cada vez más y más brillantes y adquieren un tono blanco azulado como la plata deslustrada, blanco nacarado o azul eléctrico. A veces el color tiene tintes dorados, rojizos o verdosos cuando las nubes se encuentran cerca del horizonte. En algunas ocasiones las nubes pueden presentar un borde superior rojo.

A medianoche pueden observarse nubes noctilucentes más bien bajas en el horizonte septentrional (en el hemisferio norte) o bajas en el horizonte meridional (en el hemisferio sur). A medida que se aproxima el amanecer, pueden observarse en una mayor extensión de cielo, antes de desaparecer al rayar el día.

Las observaciones siguientes servirán de ayuda para identificar las nubes noctilucentes:

  • Las nubes noctilucentes son siempre más brillantes que el cielo crepuscular; por consiguiente, las nubes que destacan como siluetas oscuras sobre el fondo del cielo no pueden ser nubes noctilucentes.
  • Las nubes troposféricas, iluminadas por la Luna, la luz de las ciudades o la luz difundida desde la parte brillante del cielo, pueden ser más brillantes que el fondo del cielo si este está más bien oscuro. Sin embargo, estas nubes pueden diferenciarse normalmente de las nubes noctilucentes por su color y forma. Son de un blanco lechoso, mientras que las nubes noctilucentes emiten un brillo blanco azulado y, a diferencia de las nubes noctilucentes, seguirán siendo visibles durante el crepúsculo civil y después del amanecer.
  • Las nubes Cirrus iluminadas por el Sol, cuando este se encuentra por debajo del horizonte, presentan normalmente un color amarillo, naranja y rosa. Las nubes de estos colores no suelen ser nubes noctilucentes.
  • La utilización de prismáticos puede ayudar a identificar las nubes noctilucentes. Al emplear un instrumento de aumento es posible distinguir con gran exactitud detalles más sutiles que los que se pueden percibir a simple vista. Este no es el caso de las nubes Cirrus, cuyo aspecto suele ser nebuloso si se observan a través de los prismáticos.

Compartir esta página