Estos hidrometeoros se pueden producir en forma de partículas suspendidas en la atmósfera (por ejemplo, niebla), de precipitación (por ejemplo, lluvia, llovizna, nieve o granizo), de partículas levantadas por el viento (por ejemplo, ventisca alta o baja de nieve o rociones) o de depósitos (por ejemplo, rocío, escarcha, cencellada blanca o hielo liso). En cuanto a la precipitación, debe mencionarse si es uniforme (intermitente o continua) o de tipo chubascoso. Para estudios específicos, pueden conservarse muestras de agua de lluvia para su análisis posterior. Los pedriscos excepcionalmente grandes deben pesarse, medirse y, de ser posible, fotografiarse en su totalidad y en secciones transversales. Las fotografías de los hidrometeoros en forma de depósitos de rocío, escarcha, cencellada blanca, etc. pueden ser de utilidad. Asimismo, debe medirse el grosor de las capas de cencellada blanca o hielo liso. Cuando se observe una tromba debe tenerse en cuenta la altura, el diámetro, el sentido de la rotación y la trayectoria del embudo de la nube (tuba). De ser posible, deben tomarse fotografías, imágenes de secuencias de lapso de tiempo o vídeos. También es importante obtener información acerca de cualquier daño infligido por esos meteoros, así como tomar fotografías.